Tres prácticas cruciales en la vida cristiana

Un cristiano es uno que ha nacido de nuevo (Jn 3,3-8), uno en cuyo espíritu ha sido depositada la Vida divina como una semilla. Esta Vida es absolutamente perfecta desde el principio, pero como toda semilla, ha de madurar, y ha de extenderse hasta transformar todas las dimensiones de la persona, todos los rincones de su ser y de su conducta.

Para que esta Semilla de Vida Eterna en nosotros pueda ir desarrollándose normalmente, hay algunas prácticas elementales que ningún cristiano debería descuidar. Como toda vida, demanda alimento y nutrición, y ejercitarse, fortalecerse. ¿Cómo?

1. Leer la Biblia.
“Mas Jesús respondió y dijo: Escrito está: "No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios". (Mt 4,4)

Las palabras que salen de la boca de Dios son pan, alimento, para la nueva Vida que habita al cristiano. ¡Donde encontrarlas! Dice Jesús: 'Escrito está'. ¿Dónde está escrito? En la Biblia, las Sagradas Escrituras.

“...Y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús.
Toda la Escritura es dada por el aliento de Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea cabal, enteramente equipado para toda buena obra”. (2Timoteo 3,15-17)

En condiciones normales, uno que ha nacido de Dios desea vehementemente, como un bebé la leche de su madre, alimentarse de la Palabra de Dios. Es imprescindible desde el principio de la vida cristiana establecer esta práctica.

Te recomiendo empezar leyendo el evangelio de Juan. Después puedes seguir por los otros evangelios, y más tarde las cartas de Pablo.


2. Orar sin cesar.
Orad sin cesar.
Dad gracias en todo, porque ésta es la voluntad de Dios en Cristo Jesús para con vosotros”. (1Tesalonicenses 5,17-18)

Los cristianos no somos seguidores de unas doctrinas, somos hijos del Dios vivo y de su Hijo Jesucristo, resucitado de entre los muertos, constituido en la resurrección 'Espíritu vivificante' (1Cor 15,45). El Padre mora en nosotros, y también Jesucristo mora en nosotros, por el Espíritu Santo. Es nuestro privilegio comunicarnos con Dios, hablarle, darle gracias, alabarle, cantarle, pedirle por nuestras necesidades, buscar de Él dirección para nuestra vida, contarle nuestras cosas...
Una veces nos dirigiremos al Padre, otras a Jesús.
A andar se aprende andando. Hay que practicar. Pídele a Él que te enseñe, pídele que derrame sobre ti abundante espíritu de oración. Si realmente crees que vive en ti, aprenderás a comunicarte con Él.

Podemos orar en cualquier momento. Hemos de aprovechar cualquier momento orando sin cesar: dándole gracias al comer, mientras vas conduciendo o de camino, antes de acostarte...

De todos modos, es necesario reservar un tiempo exclusivo para la oración, quedarse a solas con el Señor, dejando todo lo demás a un lado, porque Él merece que le dediquemos ese tiempo. Los grandes siervos de Dios recomiendan hacerlo todas las mañanas, como la primera actividad del día. Así ponemos todo nuestro día bajo su presencia, y recibimos de él luz y poder para nuestro andar diario.

3. Reunirse con otros cristianos.
Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras;
no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos;
y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca”. (Hb 10.24-25)

La Vida divina que compartimos los cristianos nos convierte en hijos de Dios, por tanto, verdaderos hermanos los unos de los otros; venimos a ser miembros del Cuerpo de Cristo, y ningún miembro del cuerpo puede subsistir fuera de la comunión del Cuerpo.

El suministro de Vida de la Cabeza, Cristo Jesús, nos llega como miembros del Cuerpo. El Cuerpo de Cristo no es una organización religiosa. Es un Organismo vivo. Es una comunión viviente gracias al Espíritu de Vida. Cada miembro tiene algo de Cristo que debe suministrarlo a los demás. Por eso los cristianos, desde que nación la Iglesia en Pentecostés, se reúnen para ayudarse mutuamente, para alimentarse mutuamente de Cristo.

La familia de los hijos de Dios, el Cuerpo de Cristo, es el clima normal para crecer en la Vida divina, el hogar propio para que los que han nacido de nuevo crezcan y se desarrollen de un modo saludable.

Pero ¿dónde puedes encontrar a tus hermanos? Hemos de reconocer que la situación actual de la cristiandad es difícil. Han pasado muchas cosas en la historia de las iglesias cristianas que nos ha alejado de la unidad y sencillez del principio. Incluso algunos grupos se han apartado de una o varias enseñanzas importantes de Jesús y sus apóstoles.

Esta es nuestra recomendación:
- pídele al Señor que te guíe a la comunión con otros hermanos, él es fiel y no te abandonará;
- aplica la máxima bíblica: Sometedlo todo a prueba; retened lo bueno”. (1Tes 5,21). Para examinar algo se requiere un punto de referencia, una norma válida con la que comparar. Por la misericordia de Dios tenemos Su Palabra, registrada en las Sagradas Escrituras. Especialmente en el Nuevo Testamento tenemos recogida la vida, obra y enseñanzas de Jesús y sus apóstoles. Ahí está nuestro punto de referencia. Si nos acercamos a su Palabra con honestidad de corazón buscando la verdad, su Espíritu nos irá guiando. El Señor no abandona a los que le buscan con sincero corazón, ni les deja equivocados mucho tiempo.

Aquí en Novelda, está la iglesia católica con sus parroquias y colegios; existe una iglesia evangélica bautista; y en este blog puedes examinar lo que nosotros estamos aprendiendo del Señor.

¡Busquemos, pues, al Señor en su Palabra, en la oración y en la comunión con los hermanos!
P.F. Obed

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