La confianza en tiempos de crisis



En una era de la Humanidad en que por primera vez existe la posibilidad de generalizar la satisfacción de las necesidades básicas y unas condiciones de vida digna para todos, la dinámica diabólica del sistema económico imperante sigue condenando a la mayor parte de la Humanidad a vivir en una crisis crónica. Esa dinámica perversa somete todas aquellas cosas que hacen posible la vida humana sobre la tierra a los intereses del dinero, al criterio de rentabilidad y maximización de beneficios, a la acumulación de riqueza y poder, a la avaricia de los poderosos del mundo. En resumen, cosas vitales como el medio ambiente, el agua, los alimentos, la vivienda, la salud, la educación, las medicinas.., todas han sido puestas al servicio de Mammón, dios de la riqueza, dios de este mundo
'La raíz de todos los males es el amor al dinero' (1Tim 6, 10)

Es una dinámica que conduce al suicidio de la humanidad, porque destruye las bases que hacen posible su existencia y supervivencia. Todos, de algún modo, estamos implicado en ello, siendo en parte actores y en parte víctimas de este estado de cosas.

Ahora esa misma dinámica se vuelve contra sus propios beneficiarios, y nuestra misma sociedad está sintiendo las consecuencias. Novelda, nuestro propio pueblo, es un buen ejemplo de ello, con unos índices de paro de los más altos del país.

La desesperación está haciendo presa en muchos. La desconfianza en los políticos es grande, que para más frustración están ayudando con el dinero de todos a los bancos, precisamente los que más se benefician de este sistema con ganancia supermillonarias, y cuya voraz codicia es parte de la causa de la presente crisis.

Aún así el ser humano no puede vivir sin confianza en el futuro, necesita encontrar dónde depositar su confianza y seguridad. Hoy, 5 de Noviembre de 2008, Obama ha sido elegido como presidente de los EE.UU., la primera potencia mundial. Todo el mundo tiene sus ojos puestos en él, y por lo que reflejan los medios de comunicación, ha conseguido aglutinar las esperanzas de millones de personas en todo el mundo. Parece un líder prometedor, primer presidente negro de los EE.UU., que por ello, podría traer el cambio esperado después de la desastrosa administración Bush, sobre todo por los más atribulados.

Unos ponen su confianza en Obama, otros en los republicanos; unos ponen su confianza en Zapatero, otros en la oposición; unos en el alcalde de nuestro pueblo, otros en la oposición; otros no creen en los políticos actuales, y ponen su confianza en las luchas revolucionarias, en la concienciación de las masas, en el triunfo de los movimientos sociales alternativos, en el progreso de la ciencia y la técnica, o en los planes de pensiones y los seguros de vida, o en sus habilidades y recursos para sobrevivir en la selva... Al fin y al cabo, ponen su confianza EN EL HOMBRE.

La Palabra de Dios nos amonesta a los cristianos contra esto (Salmo 146)
'No pongáis vuestra confianza en los poderosos;
ellos no son más que simples seres humanos que no tienen poder para salvar.
'Ellos también morirán, volverán al polvo, y ese mismo día todos sus planes acabarán'.


¿En quién pondremos entonces nuestra confianza en todo tiempo?
'Feliz aquel cuya ayuda es el Dios de Jacob,
cuya esperanza está en el SEÑOR su Dios'

Y ¿por qué habremos de poner en Él nuestra confianza?
'...que hizo los cielos y la tierra, el mar y todo lo que en ellos hay;
que guarda la verdad para siempre;
que hace justicia a los oprimidos, y da pan a los hambrientos.
El SEÑOR pone en libertad a los cautivos.
El SEÑOR abre los ojos a los ciegos, el SEÑOR levanta a los caídos, el SEÑOR ama a los justos.
El SEÑOR protege a los extranjeros, sostiene al huérfano y a la viuda,
pero trastorna el camino de los impíos.
El SEÑOR reinará para siempre, tu Dios, oh Sión, por todas las generaciones. ¡Aleluya!

Oh, mis hermanos, nosotros somos súbditos de otro Reino, nuestra lealtad y esperanza deben
estar sólo en Jesús, nuestro verdadero Rey (eso significa 'Cristo'). Él nos advirtió que no podemos servir a Dios y al dinero, no podemos poner nuestra confianza en el poder de ambos a la vez. Hemos de trabajar y ganar el pan de nuestras familias con responsabilidad y honradez, pero Él nos enseñó que no debemos angustiarnos por el mañana, sino abandonarnos al cuidado de nuestro Padre, que sabe lo que necesitamos. Si nos dedicamos a los intereses de Dios nuestro Padre, si nos dejamos gobernar por Él y su justicia, todo lo demás nos vendrá por añadidura (Mt 6, 24-34). Él nos convirtió en una familia, miembros del mismo cuerpo, para que cuidemos unos de otros y no permitamos que nadie entre nosotros padezca necesidad (Hch 4, 32-35).

No pongamos nuestra confianza en los poderosos. Tampoco en nuestros propios recursos y fuerzas. Porque nuestro destino no es este mundo tal como ahora está. Nosotros somos peregrinos y extranjeros en este mundo (Hb 11, 13), no tenemos aquí morada permanente, buscamos la civilización que está por venir (Hb 13, 14), la que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios (Hb 11, 10); . No está aquí nuestro tesoro ni nuestro corazón, pues se acerca el día en que este mundo, y todo lo que hay en él, va a se deshecho en el Día de Dios, entonces Él traerá los cielos nuevos y la tierra nueva en los cuales mora la justicia (2Pe 3, 10-13), y pondrá en medio de ella la nueva ciudad, la nueva Jerusalén (Ap. 21).

No seamos como los que no creen. Vivamos confiados en Dios, y conforme al mundo nuevo que está por venir.
P.F. Obed

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