Las Buenas Noticias de la salvación

PEDRO Y PABLO NOS RESUMEN EL EVANGELIO,
LAS BUENAS NOTICIAS DE LA SALVACIÓN
(De primera mano. Sin comentarios)

Entonces Pedro, abriendo la boca, dijo: En verdad comprendo que Dios no hace acepción de personas, sino que en toda nación le es acepto el que le teme y hace justicia.

La palabra que Dios envió a los hijos de Israel, anunciando el evangelio de la paz por medio de Jesucristo (El es Señor de todos) vosotros la conocéis; la palabra que se divulgó por toda Judea, comenzando desde Galilea, después del bautismo que proclamó Juan:

Cómo Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de Nazaret, y cómo éste anduvo haciendo el bien y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con El.

Y nosotros somos testigos de todas las cosas que Jesús hizo en la tierra de Judea y en Jerusalén; a quien mataron colgándole en un madero.

A éste levantó Dios al tercer día, e hizo que se manifestase; no a todo el pueblo, sino a los testigos que Dios había ordenado de antemano, a nosotros que comimos y bebimos con El después que resucitó de los muertos.

Y nos mandó que proclamásemos al pueblo, y testificásemos solemnemente que El es el que Dios ha puesto por Juez de vivos y muertos.

De El dan testimonio todos los profetas, de que por Su nombre, todos los que en El creen recibirán perdón de pecados”.
(Hechos de los Apóstoles 10,34-43)


Además os declaro, hermanos, el evangelio que os he anunciado, el cual también recibisteis, en el cual también estáis firmes; por el cual asimismo, si retenéis la palabra que os he anunciado como evangelio, sois salvos, si no creísteis en vano.

Porque primeramente os he trasmitido lo que asimismo recibí:

Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras;
y que fue sepultado,
y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras;
y que apareció a Cefas (Pedro), y después a los doce.
Después apareció a más de quinientos hermanos a la vez,
de los cuales la mayoría vive aún, y otros ya duermen.
Después apareció a Jacobo (Santiago); después a todos los apóstoles;
y al último de todos, como a uno nacido fuera de tiempo, me apareció a mí”.

(1Corintios 15,1-8)

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