¿Es la culpa un invento judeocristiano?

 La culpa es sólo un síntoma, es producida por la conciencia, uno de los órganos del espíritu humano, que señala que algo está mal respecto a nuestra relación con Dios. Al igual que cualquier otro síntoma, es un mecanismo de superviviencia, para que no nos demos cuenta de nuestro mal demasiado tarde...

El Creador diseñó al ser humano con este 'sistema de alerta', con este 'piloto rojo', forma parte de la constitución del ser humano, por eso forma parte de la experiencia del ser humano de todas las culturas, timpos y lugares.

Es inútil, y absurdo, pretender evitar el síntoma sin solucionar la causa. Podemos negarla mil veces, podemos echar toneladas de psicología sobre la culpa, podemos leer miles de libros de autoayuda, podemos practicar todo tipo de ritos y sacrificios religiosos, podemos hacer todo tipo de buenas obras compensatorias... pero no nos libraremos de ella, porque no nos libraremos así de la causa: nuestros pecados, nuestras trangresiones de la Ley de Dios, nuestras desobediencias y rebeliones a la Palabra de Dios. De hecho nada que haga el ser humano puede borrar los pecados que producen el sentimiento de culpa.

¡Pero gracias a Dios, que Cristo vino precisamente para librarnos de esa condenación! Él cargó con los pecados de todos nosotros en la cruz, y los enterró en el sepulcro. Él pagó por nosotros el castigo de la ira de Dios sobre nuestros pecados. Su sacrificio, su sangre, son el único remedio para nuestros pecados y nuestras culpas. Todo aquel que reconoce y confiesa sus pecados a Dios y se acoge al sacrificio de Cristo por la fe, recibe el perdón de los pecados:

"Vosotros sabéis el mensaje que ha sido divulgado por toda Judea, comenzando desde Galilea, después del bautismo que predicó Juan. Me refiero a Jesús de Nazaret, y a cómo Dios le ungió con el Espíritu Santo y con poder. El anduvo haciendo el bien y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él. Y nosotros somos testigos de todas las cosas que él hizo, tanto en la región de Judea como en Jerusalén. A él le mataron colgándole sobre un madero, pero Dios le levantó al tercer día e hizo que apareciera, no a todo el pueblo, sino a los testigos que Dios había escogido de antemano, a nosotros que comimos y bebimos con él después que resucitó de entre los muertos. El nos ha mandado a predicar al pueblo y a testificar que él es el que Dios ha puesto como Juez de los vivos y de los muertos. Todos los profetas dan testimonio de él, y de que TODO EL QUE CREE EN ÉL RECIBIRÁ PERDÓN DE PECADOS POR SU NOMBRE" (Hch 10:37-43).

Y con el perdón de los pecados, recibe la paz con Dios: "Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo" (Rm 5:1). Fue Cristo el que hizo la paz mediante la sangre de su cruz (Col 1:20). Sin recibir el perdón de los pecados nuestra conciencia jamás conocerá la paz. De hecho, ninguna paz es posible sin la fe en el sacrificio de Cristo, que satisfizo todos los requisitos de la justicia de Dios: "El efecto de la justicia será paz; el resultado de la justicia será tranquilidad y seguridad para siempre" (Is 32:17).

Y una vez reconciliados con Dios, tenemos libre acceso a su maravillosa presencia. Fijáos qué bien suena esta Palabra de Dios: " ... ¡cuánto más la sangre de Cristo, quien mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará nuestras conciencias de las obras muertas para servir al Dios vivo! ...acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura" (Hb 9:14;10:22).

"ASÍ QUE SOMOS EMBAJADORES EN NOMBRE DE CRISTO; Y COMO DIOS OS EXHORTA POR MEDIO NUESTRO, ROGAMOS EN NOMBRE DE CRISTO: ¡¡RECONCILIAOS CON DIOS!!" (2Co 5:20)

P.F. Obed

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