La multiplicación de la maldad

Una de las señales de que el fin del orden presente es inminente es no sólo la multiplicación de la maldad (Mt 24:12), sino la osadía y el descaro con que se practica públicamente, y con que se justifica y aplaude con gran complacencia (Rm 1:32). El ambiente general es tan maligno que favorece la caída de toda restricción interior o exterior para la manifestación del mal, los malvados se animan a dar la cara con jactancia y sin vergüenza. Los síntomas abundan por doquier, se puede ver aquí mismo en el facebook, desde los que se declaran abiertamente contra Dios y su Cristo ¡hasta entre los mismos curas católicos!.

Lógicamente quien no está en la Luz, que es Cristo (Jn 8:12), y a su luz se ha juzgado a sí mismo, esto le parecerá una exageración, pues podrá ver sólo ciertas expresiones del mal, pero no aquellas en las que está implicado. La mayoría, sensibles a sus propios derechos, ven la momumental injusticia política y económica, pero no ven los derechos del Creador y todos los atentados contra su honra y sus justas leyes, oprimiendo La Verdad con su injusticia (Rm 1:18): ateísmo; blasfemia; falsas religiones y espiritualidades idólatras que adoran a las criaturas en lugar de Dios o distorsionan el nombre de Dios con sus doctrinas y prácticas; ocultismo (contactos con el mundo sobrenatural maligno); rebeldía contra los padres y contra toda autoridad; guerras, odios y contiendas, homicidios individuales y masivos, de personas nacidas y no nacidas, con armas tradicionales o mediante políticas criminales; avaricia (que es idolatría, codicia, robos y estafas, personal o estructuralmente, legal o ilegalmente; engaño y mentira; práctica del sexo fuera del pacto matrimonial de por vida, divorcio, homosexualismo, travestismo; envidia, calumnias, deslealtad, crueldad e inmisericordia... Cosas todas que atraen la ira de Dios y cuyo justo castigo es la condenación.

El Espíritu de Dios está contendiendo con cada pecador rebelde para convercerle de su pecado (Jn 16:8), pero cuando los corazones se han endurecido (Rm 2:5), cuando las conciencias se han cauterizado (1Tm 4:2), cuando se ha perdido toda sensibilidad para distinguir el bien del mal (Ef 4:19), hasta el punto de que a lo malo llaman bueno y a lo bueno malo (Is 5:20), deja de contender, la Humanidad rebelde es abandonada a sus caminos de muerte (Prv 1:23-33), y se va alcanzando la medida del colmo de la maldad (Gn 15:16) que la justicia de Dios puede permitir... Sus juicios ya no tardan...

Como en los días de Noé, el Señor está viendo que la maldad del hombre es mucha en la tierra, y que cada vez más toda tendencia de los pensamientos de su corazón son de continuo sólo al mal... La tierra está corrompida delante de Dios; esta llena de violencia. Dios mira la tierra, y he aquí que está corrompida, porque todo mortal ha corrompido su camino sobre la tierra. Por eso, como en los días de Noé, así será la venida del Hijo del Hombre. Pues como en aquellos días antes del diluvio estaban comiendo y bebiendo, casándose y dándose en casamiento hasta el día en que Noé entró en el arca, y no se dieron cuenta hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos, así será también la venida del Hijo del Hombre (Gn 6:5.11-12; Mt 24:37-39).

P.F. Obed 

Comentarios

Entradas populares