Dios no contenderá indefinidamente contigo

 Después de la resurrección de Jesús, el Espíritu fue derramado sobre todo ser humano (Hecho 2:17). Dios, por medio de su Espíritu, ha entablado una contienda con cada ser humano, tratando de abrir una brecha en su endurecido corazón para que pueda entrar su luz y la salvación, tratando de convencerle de pecado (Jn 16:7-8): el Espíritu Santo trata de apelar a tu conciencia para convencerla de que Dios ha pronunciado su solemne veredicto contra la naturaleza corrompida, rebelde y desobediente a Dios, que has heredado, y que es necesario que aceptes personalmente ese veredicto contra ti mismo. Dios ha pronunciado un juicio sobre todos, y el primer deber del hombre es inclinarse ante ese juicio y aceptarlo:
"...como está escrito:
No hay justo ni aun uno;
no hay quien entienda, no hay quien busque a Dios.
Todos se apartaron, a una fueron hechos inútiles;
no hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno.
Sepulcro abierto es su garganta; con su lengua engañan.
Hay veneno de serpiente debajo de sus labios; su boca está llena de maldiciones y amargura.
Sus pies son veloces para derramar sangre;
hay ruina y miseria en sus caminos.
No conocieron el camino de paz; 
no hay temor de Dios delante de sus ojos...
porque todos pecaron y no alcanzan la gloria de Dios.
...todo el mundo esté bajo juicio ante Dios
...la paga del pecado es muerte
                                                                                                                 (Romanos 3:10-17.19.23; 6:23).

La mayor de todas las rebeldías, de todas las desobediencias, de todos los pecados, es rechazar a Jesús, el Cristo, el Hijo de Dios, al cual Dios envió al mundo para que todo aquel que cree en Él no se pierda, sino que tenga vida eterna (Jn 3:16); de modo que todo aquel que cree en él recibe el perdón de sus pecados (Hch 10:43) y es librado de la ira y la condenación eterna (Rm 5:9). En aceptar este veredicto consiste el arrepentimiento.

El que cree estas Buenas Noticias y es bautizado, será salvo; pero el que no cree, será condenado (Marcos 16:16).

Amigo/a, Dios está todavía contendiendo contigo, ¡¡pero cuidado: "No contenderá para siempre mi Espíritu con el hombre"!! (Gn 6:3).
P.F. Obed

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