¿Qué ocurrió en aquella cruz?


 Desde el punto de vista bíblico, el centro de clave de la Historia Humana está en los últimos eventos de la vida de Cristo, lo que llamamos 'La Pascua'. Muchas y profundas cosas ocurrieron en aquella cruz, pero hay una básica que nadie debería ignorar.

Israel se encontraba esclavizado en Egipto. Dios había decidido bajar para liberar a su pueblo, a través de Moisés. La negativa del faraón atrajo el castigo de Dios manifestado en numerosas plagas, hasta que llegó la última: puesto que el faraón privaba a Dios de 'su hijo primogénito' (Ex 4:22), que era Israel, Dios iba a pasar dando muerte a todos los primogénitos de Egipto.

Y Dios había provisto un medio para librar a su pueblo de este juicio divino sobre Egipto: un cordero. Debían seleccionar un cordero sin defecto, sacrificarlo, y marcar sus casas con la sangre de ese cordero sacrificado. Dios les dijo: “Yo veré la sangre y en cuanto a vosotros pasaré de largo y cuando castigue la tierra de Egipto, no habrá en vosotros ninguna plaga para destruiros” (ver caps. 11-12 de Éxodo). ¿Imaginas qué locura habría sido que un israelita dejara de marcar su casa con la sangre?. Aquella noche el juicio de Dios cayó sobre los egipcios y pasó lejos de las casas guardadas por la sangre del cordero. Ese 'paso de Dios juzgando' es 'la Pascua'.

Estas cosas ocurrieron como una figura de lo que Dios iba a hacer en el Calvario. Egipto, en la Escritura, es un símbolo del presente orden del mundo bajo el dominio del maligno, que tiene atrapados a los hombres. Dios, que ama a la Humanidad, ha bajado para liberarla de la esclavitud del pecado, del sistema mundano y de Satanás, y llevarlos a la verdadera tierra prometida: el Reino de su amado Hijo, que ahora está escondido, pero que vendrá sobre la Tierra. Este mundo está bajo el juicio de Dios, y una sentencia de muerte pesa sobre él.

Pero Dios ha provisto un medio para librar a todos los hombres y mujeres del juicio y la ira divina contra el mal: un Cordero. Dios envió al mundo a su propio Hijo como 'el Cordero de Dios'. Jesús vivió una vida pura y sin pecado, en perfecta obediencia a Dios. Era el Cordero sin defecto. Aquel Cordero divino sin mancha fue sacrificado en la cruz, y su sangre fue derramada. “Nuestra pascua, que es Cristo, ya ha sido sacrificada por nosotros” (1Corintios 5:7)

Ahora Dios ha puesto esa sangre preciosa a disposición de todo ser humano. Todo aquel que se aplique esa sangre, cubriéndose con ella, escondiéndose detrás de ella, será librado del Día de la Ira que viene sobre el mundo (Rm 2:5; Ap 6:17).

Pero ¿qué significa aplicarse la sangre de Cristo crucificado? Cuando un israelita buscaba el perdón por su pecado presentaba al sacerdote un cordero sano, el sacerdote le imponía las manos como signo de identificación con la víctima, como cargando sobre ella el pecado, y luego era sacrificado, de modo que el pecado era destruido con el cordero. Todo aquello era sólo una figura de Cristo y su sacrificio: Jesús es el verdadero Cordero de Dios que quita el pecado del mundo (Juan 1,29). Dios cargó sobre Él todos los pecados de la Humanidad, 'Él mismo llevó nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero a fin de que nosotros, habiendo muerto para los pecados, vivamos para la justicia' (1Pedro 2,24). En sus últimas tres horas en la cruz, el Hijo de Dios cargó sobre sí todo el mal del universo, todo el pecado y sus consecuencias. Y atrajo sobre sí todo el castigo, toda la ira divina que nos correspondía a nosotros. Cada uno de tus pecados y de los míos fueron puestos sobre Él. Eso significa esa tremenda afirmación que de no estar en la Escritura nadie se atrevería siquiera a pensar: 'Al que no conoció pecado, Dios le hizo pecado' (2Corintios 5:21). “Nosotros le tuvimos por azotado, como herido por Dios, y afligido. Pero él fue herido por nuestras transgresiones, molido por nuestros pecados. El castigo que nos trajo paz fue sobre él, y por sus heridas fuimos nosotros sanados. Todos nosotros nos descarriamos como ovejas; cada cual se apartó por su camino. Pero Yhaweh cargó en él el pecado de todos nosotros. El fue oprimido y afligido, pero no abrió su boca. Como un cordero, fue llevado al matadero; y como una oveja que enmudece delante de sus esquiladores, tampoco él abrió su boca” (Isaías 53:4-7).

Entonces Jesús ya pagó por todos, saldó el recibo que había contra nosotros, todos nuestros pecados fueron crucificados con Cristo y borrados para siempre. Dios ya no los tiene en cuenta. ¡SI CREES ESTO DE CORAZÓN, SE HACE EFECTIVO PARA TI, esta es, según la Escritura, la manera de aplicarse la sangre salvadora de Cristo! Si honestamente reconoces tus pecados y los confiesas a Dios, si crees que Jesús es el Hijo de Dios que murió en la cruz por ti como el Cordero de Dios que quita tus pecados, y le recibes como tu Salvador, estás marcando tu vida con la sangre de Cristo, y el castigo no te tocará: Dios le ha puesto a Él como expiación por la fe en su sangre, todo el que cree en él y su obra salvadora es justificado (declarado justo) por su sangre, y será salvo de la ira (Rm 3:25; 5:9).

Así pues, somos embajadores en nombre de Cristo, es como si Dios os hablase por medio de nosotros. Por tanto, en el nombre de Cristo os rogamos que aceptéis la oferta de reconciliaros con Dios... Nosotros, como colaboradores de Dios, os exhortamos a que no despreciéis el mensaje de la gracia de Dios. Porque dice: En tiempo favorable te escuché, y en el día de la salvación te socorrí. ¡He aquí ahora el tiempo más favorable! ¡He aquí ahora el día de salvación!” (2Corintios 5:20; 6:1-2).

¡Qué locura será dejar de poner sobre ti la sangre de Cristo!
P.F. Obed

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