El bautismo de creyentes

Una de las consecuencias negativas del 'constantinismo' (la unión de la cristiandad con el imperio romano a partir del s. IV) fue que el bautismo pasa a ser un rito social de nacimiento, dejando de expresar la identificación consciente y voluntaria con Cristo crucificado y resucitado, una declaración pública de adhesión a Cristo con la que uno empieza a seguirle, y entra en la comunidad de los que libremente han aceptado ser sus discípulos. 

Esto ha conducido a situaciones surrealistas: católicos 'no practicantes'; católicos 'sociológicos' (por tradición o de ritos sociales ocasionales); incluso católicos 'no creyentes'!, como hemos oído a algunos confesarse; o el mismo presidente de la asociación de cofradías de Semana Santa de Sevilla confesándose en la radio como 'no creyente', pues tal evento es una expresión folklórica popular que trasciende lo religioso... También ateos que exigen a las autoridades eclesiásticas ser borrados del libro de bautismos en el que figuran contra su voluntad. 
 
El mandato de bautizarse en el Nuevo Testamento es 'para los que han creído en el Señor Jesucristo', por tanto capaces de tal decisión y de ser conscientes de su significado. La fe no se hereda, aunque haya que dar testimonio de ella a nuestros hijos, debe ser un acto personal, libre y consciente. La fe como herencia cultural, no elegida personalmente, más aún impuesta, es uno de los factores que han colaborado a la ruina del cristianismo histórico.

"Ahora bien, en las Sagradas Escrituras vemos que aquellas personas que recibieron el bautismo cristiano en el génesis de la Iglesia, eran por lo general personas conscientes y responsables de sí mismas; es decir, lo hacían generalmente por convicción personal propia. Sin tal fe y convicción personal, ¿no sería, acaso, nulo el efecto del bautismo? Pues su efecto de gracia recibida se debe a la fe, que obedece con la identificación voluntaria del creyente con Su Señor, por esa fe, en Su muerte y resurrección. No despreciamos las buenas intenciones de aquellos que someten forzadamente a sus bebés a una ceremonia externa, a veces mayormente para eludir el ostracismo social; pero aquello no es suficiente, sin la fe personal, para que de facto se realice una unión mutua e indispensable con el Señor. El requisito de la fe personal es necesario para recibir eficazmente la gracia expresada en el bautismo. Ciertamente Jesús dijo que dejasen a los niños venir a Él, porque de los tales es el reino de los cielos; entonces el Señor los tomaba en Sus manos y los bendecía. Hagamos hoy lo mismo, entreguémoslos en Sus manos para que los bendiga.

En la práctica primitiva vemos generalmente que la fe y el arrepentimiento precedían al bautismo. “Yendo por el camino, llegaron a cierta agua, y dijo el eunuco: aquí hay agua, ¿qué impide que yo sea bautizado? Felipe le dijo: Si crees de todo corazón, bien puedes. Y respondiendo dijo: Creo que Jesucristo es el Hijo de Dios. Y mandó parar el carro, y descendieron ambos al agua, Felipe y el eunuco, y le bautizó” (Hechos de los Apóstoles 8:36-38). La pregunta era por el impedimento; la respuesta era según la condición. ¿Qué impide?...Si crees de todo corazón, bien puedes. “Si crees…” era la condición. En el día de Pentecostés, Pedro había dicho: “Arrepentíos y bautícese cada uno de vosotros…”. Antepuso el arrepentimiento y añadió el cada uno de vosotros. Notamos, pues, en estos casos, que para acercarse a las aguas bautismales se efectuaba una operación de conciencia lo suficiente y mínimamente responsable. Creemos que es esto lo que Dios espera de nosotros y Su gracia produce. No deberíamos, pues, prescindir de esta confesión personal, madura y pública. El creyente consciente debería así, cada uno, pedir por sí mismo su propio bautismo" (De "Breve compendio bautismal cristiano", Gino Ianfrancesco).

Por este motivo, aunque fuimos bautizados cuando éramos bebés, hemos querido obedecer este mandato del Señor para sellar públicamente nuestra fe en Jesucristo y nuestra decisión de seguirle. 

Bautismo de Plácido Ferrándiz el 14 de Octubre de 2006
 


Bautismo de María Rubio el 23 de Febrero de 2008.







P.F. Obed

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