Un descubrimiento doloroso

El descubrimiento fue doloroso. Los hay que requieren pagar un alto precio, a veces casi empezar desde cero. Y sé que es delicado -y complicarse la vida- compartirlo, pero creo que debe hacerse. Los seres humanos hemos desarrollado potentes y sutiles mecanismos para defendernos de la verdad, pero no deberíamos temerla. Mi experiencia es que aunque pueda hacerte sentir hasta ofendido al principio y pueda ponerte la vida patas arriba, finalmente es liberadora: “la verdad os hará libres”, dice mi Maestro.

Yo he conocido el catolicismo desde pequeño, no he sido un mero católico por costumbre social, digamos que puse bastante carne en el asador. Pero el mismo Dios a quien yo creía conocer y servir me llevó (este es mi convencimiento), al igual que a muchos otros, a realizar este descubrimiento doloroso: el cristianismo que yo había recibido y conocido, y al que había entregado mi vida con toda sinceridad y buena voluntad, era una versión deformada del cristianismo genuino conforme al Nuevo Testamento y el resto de la Escritura. Como digo, descubrir esto requirió tiempo, sudor y lágrimas, pero finalmente no pude más que abandonar el catolicismo y mi puesto allí para tratar de 'regresar a las fuentes'. Obviamente esta lectura de la historia de la Cristiandad entra en conflicto con la que hemos recibido por aquí la mayoría desde pequeños, hayamos sido católicos o no, pero es necesario que sea dada a conocer.

Ya en tiempos de los últimos apóstoles, la cristiandad empezó a alejarse de su fidelidad y frescura original hasta transformarse a partir del siglo IV, al unirse al Imperio Romano, en algo muy diferente de lo que Jesucristo quiso. Los últimos libros del Nuevo Testamento atestiguan el inicio de este proceso de decandencia. Progresivamente, se fueron perdiendo las características de la Iglesia del Nuevo Testamento y se fueron introduciendo elementos extraños: 'lobos rapaces' que se infiltrarán entre los responsables de las iglesias y hablarán cosas perversas arrastrando a los discípulos (Hechos 20:28-30); “amadores de los deleites más que de Dios, que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella” (2Timoteo 3:1-5); iglesias que han perdido su 'primer amor' (Apocalipsis 2:4-5), que enseñan y practican doctrinas que Cristo aborrece, que tienen nombre de que viven pero están muertas, tan tibias que producen nauseas a Cristo, que tienen a Cristo expulsado fuera llamando a la puerta (Apocalipsis 2-3)... ¡Trágico!.

El mismo Jesús lo había profetizado en varias parábolas, como la del grano de mostaza (Mateo 13,31-32): vemos que una semilla de hortaliza que produce normalmente un arbusto se convierte extrañamente en un árbol, sufre un crecimiento desmesurado, anormal, por lo que en él vienen a anidar 'las aves del cielo'. Unos versículos antes, en la parábola del sembrador, vemos que 'las aves del cielo' simbolizan a 'el malo' (el diablo). Tenemos entonces que los límites del Reino de Dios representado por la Iglesia se han desdibujado, ha crecido de una manera anormal, incluyendo cosas que no debían ser incluidas, lo que da pie a que el diablo tome posiciones en ella.

Después de tres siglos de persecución a los cristianos por parte del imperio romano, el proceso de decadencia llegó a un momento clave cuando el emperador Constantino (s. IV) cambió la política del imperio respecto a los cristianos (Edicto de tolerancia -313-), y en poco tiempo el cristianismo fue impuesto como religión oficial del Imperio (Edicto de Tesalónica del emperador Teodosio I -380-). El matrimonio entre la Iglesia y el poder mundano se consumó, trayendo graves consecuencias para el cristianismo. Era comprensible que tras tres siglos de crueles persecuciones, los cristianos recibieran con los brazos abiertos los cambios que trajeron estos hábiles políticos; pensaron (y aún muchos siguen pensando) que aquello fue un triunfo para la fe cristiana, cuando en realidad... fue una triste y profunda derrota. Comprender este hecho requeriría tener una mínima idea de cómo era el cristianismo en sus fuentes, pero trataremos de exponer siquiera algunas de estas transformaciones a modo de botón de muestra:

> La unión de la Iglesia con el imperio provoca que todos se hacen cristianos, pero al alto precio de cambiar los contenidos del cristianismo para poder incluirlos. Todo quedó alterado. La fe fue impuesta y muchos se pusieron el rótulo de 'cristianos' sin verdadera conversión y convicción, trayendo consigo sus ideas, creencias y prácticas paganas, que empezaron a mezclarse con el cristianismo, deformándolo. Muchos de éstos entran en la Iglesia por otros intereses, llegando incluso a 'puestos de gobierno' que al principio no existían en esa forma en la Iglesia. La vida de numerosos papas y prelados cayó a niveles escandalosos de inmoralidad. Las jerarquías eclesiásticas y los teólogos se creyeron con autoridad para enseñar, añadir, inventar... doctrinas y prácticas ajenas o contrarias a las Escrituras. La lectura de la Biblia fue restringida cuando empezó a ponerse en evidencia todo esto. Era el cumplimiento de la parábola profética del grano de mostaza, que creció de un modo anormal, como si la hubiran modificado genéticamente, cobijando dentro de sí todo tipo de 'pajarracos'. Lo cual no quita que también ha habido y hay católicos sinceros, de buena voluntad, personas ejemplares y entregadas... pero herederas involuntarias de una versión adulterada del cristianismo.

> Muy relacionado con esto, el bautismo pasa a ser un rito social de nacimiento, dejando de expresar la identificación consciente y voluntaria con Cristo crucificado y resucitado, una declaración pública de adhesión a Cristo con la que uno empieza a seguirle, y entra en la comunidad de los que libremente han aceptado ser sus discípulos. Esto ha conducido a situaciones surrealistas: católicos 'no practicantes'; católicos 'sociológicos' (por tradición o de ritos sociales ocasionales); incluso católicos 'no creyentes'!, como se confesaba un popular político noveldense hace poco en el facebook; o el mismo presidente de la asociación de cofradías de Semana Santa de Sevilla confesándose en la radio como 'no creyente', pues tal evento es una expresión folklórica popular que trasciende lo religioso... También ateos que exigen a las autoridades eclesiásticas ser borrados del libro de bautismos en el que figuran contra su voluntad.

> Cediendo a la tentación del poder que ya tuvo Jesús y que rechazó (‘tomar el poder político para para hacer más bien y mejor'), se aceptó una nueva actitud ante la violencia: los poderes públicos persiguen las herejías y las otras religiones, los cristianos pueden ser soldados, los cargos que comportan el uso de la coacción y la violencia (multar, embargar, encarcelar, ejecutar…) ya no son incompatibles con la condición de cristiano. La Iglesia a partir de este período se apoyó en el poder político para empezar a perseguir y matar no sólo a los herejes, sino a los cristianos que querían vivir la fe auténtica. Pasó de ser perseguida, a ser perseguidora y asesina (“Viene la hora cuando cualquiera que os mate, pensará que rinde servicio a Dios” -Juan 16,2b-). Donde y mientras la iglesia católica ha estado unida al poder político, ha sido perseguidora, desgraciadamente hasta tiempos demasiado recientes y en lugares no muy lejanos...

> La vida y ética propia de quien está bajo el gobierno de Cristo (eso significa 'cristiano') que se expresa en 'el sermón de la montaña' de Jesús (Mateo 5-7), demasiado 'radical' para la masa 'cristianizada', comienza a ser sustituida por una ética más fácilmente ‘generalizable’ a toda la sociedad, incluyendo los poderosos, quedando como ‘consejos evangélicos’ para una casta separada de cristianos especializados: los religiosos, influidos además por un concepto de la 'fuga mundi' (separación del mundo) más platónico que cristiano.

> En teoría, ahora toda la sociedad es iglesia, pero en la práctica el término se comienza a reservar a los clérigos, a los monjes y a los templos (edificios paganos). Ellos son ahora la iglesia ‘visible', pues ya no hay asambleas cristianas reales identificables visiblemente. Y reaparece así la división entre clérigos y laicos, la 'doctrina nicolaíta' aborrecida por Cristo (Ap 2:6): 'niko' + 'laos' = victoria sobre el pueblo, una clase mediadora, la casta sacerdotal, el sacerdocio del Antiguo Testamento que Cristo abolió reintroducido.

> Se adopta la forma administrativa y territorial del imperio (curia, nuncios, diócesis...), perdiéndose el concepto original de la iglesia local. Ahora la Iglesia es una pirámide jerárquica, a imagen del imperio. Contra la enseñanza y práctica bíblica aparece el 'episcopado monárquico' y Roma encumbra a un único obispo que extiende su jurisdicción sobre todos los cristianos del mundo: el 'papado', que se empieza a atribuir títulos que corresponden a las tres Personas Divinas: con el título de 'Sumo Pontífice' (= máximo Puente, máximo intermediario entre Dios y los hombres) usurpa algo que pertenece sólo a Cristo, el único Mediador; le usurpa al Padre el título de 'Santo Padre'; le usurpa al Espíritu Santo el título de 'Vicario de Cristo en la tierra'. 'Vicario' es el que está puesto en representación de otro, y la Palabra de Dios sólo permite aplicar esto al Espíritu Santo y al Cuerpo de Cristo (la Iglesia genuina en su conjunto), nunca a un sólo hombre.

> Se introduce en la cristiandad la adoración de la diosa, como en las religiones paganas. La adoración a la Madre y al Hijo tiene su origen en la religión de Babilonia, de la que proceden las religiones de la tierra, por eso también Egipto tenía diosa, Grecia tenía diosa, Roma tenía diosa... Como en el cristianismo no había diosa, María, la madre de Jesús, empezó a ser tratada como una diosa. Se la empezó a rendir culto y a otorgar títulos que no tienen base bíblica ninguna, que menoscaban o usurpan la centralidad de Cristo: 'mediadora', 'co-redentora'..; que revelan las influencias paganas, como 'Reina del cielo' (era el título de la diosa pagana cuyo culto está condenado en la Biblia - Jeremías 7,17-17; 44,16-29 -).

> La idolatría se adaptó en la cristiandad con la fabricación y veneración de imágenes. Se hicieron imágenes de María, de los santos... Como en Grecia y en Roma había un panteón de dioses, cada uno para una necesidad, María en sus distintas 'advocaciones' y los santos son usados para disfrazar esa práctica pagana: ahora se reza a Santa Bárbara cuando truena, a San Pancracio para tener trabajo, a San Antonio para encontrar novio... Son dioses paganos con nombres cristianos. Jamás se menciona en la Escritura que podamos orar o pedir a nadie más que a Dios: al Padre, a su Hijo Jesucristo, o al Espíritu Santo. Jamás. Se empezó a adorar incluso el símbolo de la cruz, convirtiéndolo en un ídolo... En la enseñanza de los diez mandamientos desaparecieron el primero y el segundo: 1º 'No tendrás otros dioses delante de mí'; 2º 'No te harás imagen... no te inclinarás ante ellas ni las honrarás...' (Éxodo 20:1-6), siendo el decálogo reorganizado y reformulado.

Por supuesto que Cristo ha cumplido su promesa a sus discípulos: “...yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”. Está y estará siempre con sus discípulos que “enseñan a guardar todas las cosas que él mandó” (Mt 28:20), no con un cristianismo genéticamente modificado contra Sus enseñanzas y ejemplo. Como en tiempos del Antiguo Testamento, Dios siempre ha llevado adelante sus propósitos reservándose por pura misericordia (no porque sean mejores) un resto fiel, una minoría, que recoge la antorcha de generación en generación, a veces cual pábilo vacilante, otras veces brillando con más fuerza, recuperando poco a poco lo que se perdió, en los márgenes de la gran Historia y de la Cristiandad profesante, menospreciados como una secta, o perseguidos unas veces por el poder político como peligrosos y otras por el poder religioso como herejes.

El catolicismo conserva algunos elementos muy valiosos del cristianismo genuino, pero su naturaleza corrompida por la mezcla pagana y 'las tradiciones de hombres' (Marcos 7:5-13), y su lastrada historia de oscurantismo y violencia, lo convierten en una especie de 'vacuna' contra el cristianismo genuino, tanto para quienes lo han asumido como para quienes lo han sufrido. Pero, repito, eso no significa que no haya allí personas sinceras que aman de corazón al Señor Jesús, a ellos de dirige esta dramática llamada de Dios: “¡Salid de ella (de Babilonia), pueblo mío, para que no participéis de sus pecados y para que no recibáis sus plagas!” (Apocalipsis 18:4). Babilonia en la Biblia simboliza la religión falsa, lugar de confusión (Babel) e idolatría, donde el Pueblo de Dios fue (y es) llevado cautivo.

Por eso, amigo/a católico/a, estimo necesario contar estas cosas que seguramente le harán sentir ofendido/a. Si usted es un/a católico/a sincero/a que ama de corazón al Señor Jesús le considero mi hermano/a, pero debo denunciar al catolicismo como un sistema religioso que ha corrompido el cristianismo bíblico, y que priva a muchas personas sinceras de acceder y disfrutar realmente de todas las riquezas y bendiciones espirituales que hay en Cristo Jesús. Del mismo modo que estimo sinceramente a los ateos, a los cuales Dios ha amado hasta entregar a su propio Hijo para que no se pierdan, y por ello denuncio el ateísmo como una de las expresiones de la naturaleza rebelde que hemos heredado, como un engaño de Satanás.

Soy consciente de que este tema tiene demasiado peso para un pequeño articulito. Pero creo que es suficiente para que quien desee contrastar, investigar y verificar pueda hacerlo, a estos les remito a este estudio mío más completo: 'El Nuevo Orden Mundial que viene. Una aproximación a las claves principales del Evangelio de Dios', en El Nuevo Orden Mundial que viene

Para el debate a que dio lugar la publicación de este artículo en Noveldadigital, ir a Un descubrimiento doloroso

P.F. Obed 

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