Dos árboles en el jardín

El filósofo alemán del s. XIX Friedrich Nietzsche ha sido el que más radicalmente ha llevado el ateísmo a sus últimas consecuencias: Dios, un mero concepto a desterrar, ha muerto, como consecuencia el 'superhombre' que nace después de enterrarlo está más allá del bien y del mal, transmuta todos los valores heredados (la moral de los esclavos) y redefine el bien y el mal con su 'voluntad de poder' (la moral de los señores, los fuertes). Terminó sus días desquiciado mentalmente. Hitler le tomó la palabra, y llevó a cabo un ensayo práctico. Auschwitz es un fruto natural del ateísmo llevado a sus últimas consecuencias. Hay pocos ateos de esta categoría, valentía y coherencia, poca gente se atreve a llevar su pensamiento hasta las últimas consecuencias para verificar su verdadera naturaleza... 

Niestzche y Hitler nos han proporcionado una ilustración excepcional de lo que significa desconfiar de la Palabra de Dios y 'comer del fruto del árbol del conocimiento del bien y del mal' (Génesis 2:16-17): jugar a ser dioses (en-diosarse) al margen de Dios, viviendo independientemente de Dios, decidiendo al margen de sus leyes, 'más allá del bien y del mal'... “Porque el día que comas de ese árbol, ciertamente morirás... Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron” (Génesis 2:17; Romanos 5:12).

Cada segundo que vivimos independientes de Dios, cada decisión con que transgredimos sus sabias leyes de vida, comemos de ese fruto diabólico, traemos más muerte a nuestra vida y al mundo: Entonces la serpiente dijo a la mujer: —Ciertamente no moriréis. Es que Dios sabe que el día que comáis de él (del fruto), vuestros ojos serán abiertos, y seréis como Dios, conociendo el bien y el mal... la serpiente antigua que se llama diablo y Satanás, el cual engaña a todo el mundo” (Génesis 3:4-5; Apocalipsis 12:9).

El mismo engaño sigue hoy vigente en ciertos 'pensamientos', con apariencias muy mejoradas, pero gestando el huevo de la misma serpiente: el panteísmo, el ocultismo, el gnosticismo, la espiritualidad Nueva Era en cualquiera de sus múltiples expresiones: “seréis como Dios... independientemente de Dios”.

¿Donde está el engaño? En presentar a Dios como alguien en competencia con el Ser Humano. Dios dio al Ser Humano 'todos los árboles del jardín' para comer, y no sólo eso, hay otro árbol: el 'fruto del árbol de la vida' que Dios puso en el centro del Jardín del Edén para que el Hombre lo comiese, simboliza a Cristo, que Dios da como Vida para el mundo: "...Dios nos ha dado vida eterna, y esta vida está en su Hijo... " (1Jn 5:11; Jn 6:32-58).

¡¡Dios quiere hacernos como Él!!, pero por otro camino: el Ser Humano fue diseñado con una naturaleza de RECIPIENTE, pre-dispuesta para ser llenada. Dios creó al Ser Humano para ser contenido y expresado por él. Dios es el CONTENIDO que da sentido al RECIPIENTE que es el Ser Humano, y realiza su destino. Dios nos ha hecho libres, pero no con una libertad 'absoluta', sino 'relativa', relativa a Él: Él la llena y la realiza. Aceptar esto, reconociéndose 'criatura', es la humildad. Y la sabiduría...

El 'Pecado' consiste en rebelarse contra este diseño y propósito divino, y pretender convertirse en contenido de sí mismo: una naturaleza de recipiente pretendiendo ser el contenido de sí misma. Esto es el orgullo, que hizo caer a Lucifer. Debido a este su veneno inyectado en la naturaleza humana, esta ha quedado desfigurada, frustrada, vacía... devino un engendro monstruoso (si pudiéramos ver y aceptar esta condición nuestra a los ojos de Dios...¡en eso consiste el arrepentimiento o conversión!).

En realidad, detrás de cada pecado late esta locura de auto-inventarse al margen del propósito divino, colocándose en el lugar de Dios, en-diosándose. ESTO ES EL MAL, y el origen de todos los males, cuyo destino final es la muerte como frustración eterna del propio ser, separado para siempre del Dios por quien y para quien fue creado.

¡¡Por eso necesitamos salvación!!. Por eso nuestra vieja naturaleza debe morir; por eso Dios la puso en Cristo y la crucificó en la cruz (Gálatas 2:29). Por eso Jesús dijo: “En verdad, en verdad te digo que a menos que uno nazca de nuevo (de lo alto) no puede ver el reino de Dios” (Juan 3:3). El cristianismo genuino no es moralismo, es recibir una nueva naturaleza: la divina, que capacita para vivir la vida humana plenamente.
P.F. Obed

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Este artículo fue publicado el 24 de Septiembre de 2011 en el periódico digital local, generando un interesante debate sobre la naturaleza del ateísmo. Puede acceder a ese debate aquí: Sobre al ateísmo radicalmente pensado

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