Algunas reflexiones de un cristiano ex-cura y ex-católico a propósito de los CURAS PEDERASTAS de Granada (25.11.2014)
No
es mi intención hacer leña del árbol caído, sino todo lo
contrario: quisiera ahorrar mucho sufrimiento al abogar por la
abolición del celibato obligatorio para el clero católico.
1)
El celibato obligatorio no existe en el Nuevo Testamento (aporto los
textos citados en los comentarios, para un acceso y verificación más
rápidos). La mayoría de los Apóstoles estaban casados y eran
acompañados por sus mujeres en sus viajes (1Corintios 9:5). Los
obispos o ancianos (en griego: 'presbíteros') y los diáconos eran
hombre casados (1Timoteo 3:2.12; Tito 1:6). Téngase en cuenta que
para el Nuevo Testamento no hay distinción entre 'obispo' y
'anciano', y se refieren a un grupo de creyentes más maduros
espiritualmente que cuidan del bienestar integral de una iglesia
local (una por ciudad).
2)
Tanto Jesús como el apóstol Pablo enseñan que el celibato, para
entregarse sin otros cuidados al servicio de Cristo y el Reino de
Dios, es sólo para aquellos que reciben el don especial de Dios para
vivir así, y escogen libremente vivir así. Se trata de un 'consejo'
para quienes puedan aceptarlo (Mateo 19:10-12; 1Corintios 7:8-9).
3)
Tanto el casarse como el permanecer célibe, ambos son dones
procedentes de Dios. Nadie es más que nadie por ser ni lo uno ni lo
otro (1Cor 7:7)
4)
En general, el hecho de prohibir el matrimonio es considerado por el
Nuevo Testamento como una “doctrina de demonios” (1Timoteo
4:1-3). Y aceptar doctrinas de demonios es abrirles la puerta, para
que operen en la persona y su ámbito... (saque cada uno sus propias
conclusiones a la vista de la lista de escándalos en los últimos
años).
5)
Como la misma Iglesia Católica Romana admite, el celibato
obligatorio del clero es una norma meramente disciplinaria. Muy
tardía en la historia de la Iglesia, por cierto, y causante de
graves disturbios y escándalos en la vida de ese sistema religioso
desde el principio.
Cabe
el dudoso 'honor' de inventar esa norma a los obispos españoles en
el Concilio de Elvira (cerca de Granada, ¡precisamente!) en el año
305/306. Según parece por la documentación histórica, el
proto-catolicismo español tendía al duro ascetismo y rigorismo. En
este concilio se prohíbe a todo el clero el que vivan con sus
mujeres como esposos. Es la primera vez en la historia del
cristianismo que aparece este intento. Fue el primer paso, que abrió
el camino para imponer el celibato obligatorio. Ni Jesús ni los
apóstoles se atrevieron a excluir del ministerio a los casados.
En
el concilio celebrado en Nicea poco después (a. 325), hubo un
intento de imponer a la Iglesia universal el contenido de este
'canon' español. En Oriente nunca llegó a imponerse dicha norma. En
Occidente en cambio, después de ser ratificado el canon de Elvira
por el I Concilio de Toledo (canon 1) pasó de España a Francia, en
donde los concilios de Arlés y Maón (ss. V y VI respectivamente),
condenaron a todos los clérigos que cohabitaran con sus esposas. Y
así fue extendiéndose a todo Occidente. Los orientales, en cambio,
condenaron este rigorismo y en el Concilio de Trullo (a. 692),
censuraron la práctica del celibato obligatorio vindicando el
derecho de los eclesiásticos a formar familia. Esta fue una de las
diferencias que alimentó el cisma que separó a la Iglesia Ortodoxa
oriental de la Iglesia Católica romana.
6)
El celibato obligatorio condujo a la desestimación del matrimonio,
como un estado inferior y meno 'santo' que el de soltero. Esta
perversión sería refrendada en el Concilio de Trento (1.545-1563).
Esta enseñanza se impuso en el catolicismo durante siglos, y a pesar
de los esfuerzos reformadores recientes, todavía colea...
7)
Esta norma fue siempre muy difícil de poner en práctica en toda la
Iglesia Católica Romana. Como es natural, daba pie a innumerables
situaciones irregulares y escandalosas entre el clero, de lo cual dan
testimonio las crónicas y las abundantes normas de reforma del clero
en la mayor parte de los concilios subsiguientes. A modo de botón de
muestra, veamos un extracto de “La
Taxa Camaræ”, una tarifa promulgada en el año 1517 por el papa
León X
(1513-1521) con el fin de vender indulgencias, esto es perdonar las
penas
por los pecados,
a todos cuantos pudiesen pagar unas buenas libras al pontífice. La
Reforma evangélica comenzó precisamente cuando el sacerdote
agustino Lutero escribió sus “95 tesis” contra las indulgencias.
No
había delito, por horrible que fuese, que no pudiese ser perdonado a
cambio de dinero. León X declaró abierto el cielo para quienes,
clérigos o laicos, hubiesen violado a niños y adultos, asesinado a
uno o a varios, estafado a sus acreedores, abortado... pero tuviesen
a bien el ser generosos con las arcas papales (para
la construcción de la basílica de San Pedro de Roma).
Este documento muestra uno de los puntos culminantes de la corrupción
humana:
“1.
El eclesiástico que incurriere en pecado carnal, ya sea con monjas,
ya con primas, sobrinas o ahijadas suyas, ya, en fin, con otra mujer
cualquiera, será absuelto, mediante el pago de 67 libras, 12
sueldos.
2.
Si el eclesiástico, además del pecado de fornicación, pidiese ser
absuelto del pecado contra natura o de bestialidad, debe pagar 219
libras, 15 sueldos. Mas si sólo hubiese cometido pecado contra
natura con niños o con bestias y no con mujer, solamente pagará 131
libras, 15 sueldos.
3.
El sacerdote que desflorase a una virgen, pagará 2 libras, 8
sueldos.
4.
La religiosa que quisiera alcanzar la dignidad de abadesa después de
haberse entregado a uno o más hombres simultánea o sucesivamente,
ya dentro, ya fuera de su convento, pagará 131 libras, 15 sueldos.
5.
Los sacerdotes que quisieran vivir en concubinato con sus parientes,
pagarán 76 libras, 1 sueldo”...
8)
Los seminarios católicos para la formación de sus sacerdotes,
inventados por el Concilio de Trento, así como todo tipo de
internados religiosos ya sea de sólo varones o de sólo mujeres, son
por una parte un ámbito artificial propicio para atraer homosexuales
y pederastas, y por otra, para aprender mecanismos de hipocresía y
compensación a una sexualidad asumida en falso. ¿Por qué? La
mayoría de los jóvenes que llegan al sacerdocio son generosos y
quieren servir a Cristo y a la Iglesia, pero no tienen el don de
continencia sexual; como el paquete es indivisible: el ministerio +
el celibato obligatorio, van 'autoconvenciéndose' de que deben
asumir el celibato. Pero la imposición del celibato como requisito
previo obligatorio para poder ser cura, y el ambiente artificial en
que debe tomarse la decisión, impide un discernimiento genuino
acerca de si tienen realmente el don de continencia o no, falseando
la autoconciencia al respecto.
A
parte de los homosexuales y pederastas 'deliberados' que llegan al
sacerdocio, el resultado es que algunos sacerdotes desarrollan
tendencias homosexuales y/o pederastas como consecuencia de ese
autoengaño que les genera represión sexual; algunos compensan con
relaciones heterosexuales esporádicas, a menudo con prostitutas;
algunos establecen una relación de pareja clandestina, a veces
conocida y consentida por la autoridad eclesiástica a condición de
que no sea pública; también otros compensan buscando
autosatisfacción en la pornografía y la masturbación, el confort,
las buenas comidas... Y ciertamente también hay algunos que lo
llevan con mucha dignidad. Eso en cuanto a los que permanecen en el
ministerio, porque un buen número abandonan y se casan.
Lamentablemente el sistema católico en lugar de poner atención al
clamor de estos (tal vez los más honestos), se blinda contra lo
obvio tachándolos de 'débiles' y traidores de sus votos.
Mucho
sufrimiento genera esa demoníaca imposición del celibato clerical
obligatorio, no sólo en los que la practican, sino en niños y
mujeres de su entorno; por no decir que es motivo para que el Nombre
de Dios y de Cristo sea blasfemado por los no creyentes. Por todos
estos motivos sería tan deseable y beneficioso que el Catolicismo
Romano la aboliera.
Aunque
mejor aún sería que aboliera el clero sacerdotal, ya que es
contrario a lo que enseña el Nuevo Testamento (ver La existencia de un clero no es neotestamentaria), y otras
doctrinas y prácticas contrarias a la Palabra de Dios. Pero eso es
otra historia...
P.F. Obed
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