Los cristianos, los quebrantos del corazón y los demonios

¿Puede un cristiano nacido de nuevo tener todavía necesidad de sanidad para las heridas de su corazón y de ser liberado de demonios?


Ha habido en las últimas décadas un florecimiento de personas y movimientos de lo más variopinto hablando de 'guerra espiritual', 'liberación de demonios' y 'sanidad interior'. Esto se inició especialmente en el campo misionero, al contacto del Evangelio con culturas cuya cosmovisión incluye con toda normalidad, al contrario que nuestro Occidente ilustrado, la dimensión de ‘lo sobrenatural’. Pero después se comenzó a hablar de un ‘ministerio de liberación’ dirigido a creyentes supuestamente con demonios, y de un ‘ministerio de sanidad interior’ para además tratar las heridas del alma que lastran el crecimiento espiritual de los creyentes. Y esto ha introducido un nuevo debate en el Pueblo de Dios.

No nos interesa aquí entrar al detalle de todas las prácticas involucradas o las diferencias entre las diversas corrientes y conceptos al respecto, sino centrar la atención en el desafío que plantea el testimonio de muchos misioneros, evangelistas, pastores y otros siervos cristianos acerca de creyentes supuestamente verdaderos con afecciones psico-físicas supuestamente causadas por influencias demoníacas, y que supuestamente fueron restaurados al impartirles salud y liberación por el poder de Jesús y con la autoridad de su Nombre. Creo que esto plantea preguntas importantes: ¿podemos recibir estos testimonios como válidos a la luz de la Palabra de Dios? ¿Puede un creyente nacido de nuevo estar bajo la influencia de espíritus malignos? ¿Son conforme a la Escritura estás prácticas de sanidad y liberación impartidas a los creyentes cristianos? Según el testimonio de la Escritura, sanar y echar fuera demonios ocuparon una parte muy notable en el servicio de Jesús, el cual encargó a sus discípulos hacer lo mismo. Tal servicio ¿iba dirigido sólo a los incrédulos y no a la familia de la fe? ¿se limitó al tiempo de Jesús y sus apóstoles exclusivamente?.

Estimo que son preguntas importantes porque la respuesta que se les dé, ya sea en una dirección o en otra, tiene repercusiones y consecuencias importantes para la Iglesia. La Iglesia necesita esclarecer si estas prácticas son o no contrarias a lo que enseña la Escritura, para denunciarlas y rechazarlas como falsas y engañosas en el primer caso, o para incorporarlas a su vida y servicio de modo que los creyentes se beneficien de ellas en el segundo. Por un lado, cualquier enseñanza o práctica ajena o contraria a la Escritura va a dañar a la Iglesia y la vida espiritual de los creyentes. Por otro lado, rechazar algo que el Señor ha dispuesto para la vida y el servicio de la Iglesia es una desobediencia que también va a dañar la vida de la Iglesia y la vida espiritual de sus miembros. Es, por tanto, una responsabilidad ineludible de la Iglesia buscar a la luz en la Palabra de Dios cuál es exactamente la voluntad del Señor en este asunto.

Para leer el estudio bíblico pinche aquí: 
Estudio biblico sobre sanidad y liberación


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