Dios no trabaja con mecanismos, sino con personas convertidas

DIOS NO TRABAJA CON MECANISMOS
(instituciones, organizaciones, estructuras...),
SINO CON PERSONAS CONVERTIDAS

'12Fundirás para ella cuatro anillos de oro, que pondrás en sus cuatro esquinas; dos anillos a un lado de ella, y dos anillos al otro lado. 13Harás unas varas de madera de acacia, las cuales cubrirás de oro. 14Y meterás las varas por los anillos a los lados del arca, para llevar el arca con ellas. 15Las varas quedarán con los anillos del arca; no se quitarán de ella' (Éxodo 25:12-15).

La movilidad del Arca
Es el Señor diciéndole a Moisés, para que él junto con el pueblo, con algunas personas que el Señor puso, realizara todo este mobiliario, cuyo principal mueble es el arca. El Señor es el que le da todos los detalles; es el Señor el que siempre quiere a través de los detalles, enseñarnos algo, algo que siempre tiene presente. El arca es lo más central; representa al Señor mismo; representa la Presencia, representa el testimonio que el Señor da; el arca representa la Palabra del Señor, la gloria del Señor. Y cuando el Señor da detalles, todos tienen que ver con algo que Él quiere que le hagamos, y que tiene sentido espiritual. El final del verso 14 nos da una clave de estos versículos, cuando dice: 'para llevar el arca con ellas'. Esa frase nos muestra el objetivo de Dios. ¿Para qué son esos anillos? Para poner las varas. ¿Para qué son esas varas? Para llevar el arca con ellas. El Señor está diciéndonos cómo es que Él quiere que Su arca sea llevada. Llevar el arca nos habla de la movilidad del arca del pacto, de su movimiento, sabiendo lo que representa el arca. El arca representa la presencia del Señor entre Su pueblo, la Palabra del Señor, el testimonio del Señor, la gloria del Señor.

(...) El arca es movida; el arca se mueve. Cuando ellos salieron de Egipto, salieron sin haber aprendido todavía cómo había que seguir al Señor. Ellos habían sido esclavos, habían vivido debajo de opresión, y al salir de Egipto, pues todavía no habían aprendido a ser gobernados por el peso de la gloria de Dios, de la Palabra del Señor, de la presencia del Señor. Ellos todavía ni siquiera tenían idea del gobierno de Dios, y el Señor quería enseñarles cómo era que Él gobernaba; ellos habían estado bajo el gobierno pesado de Ramsés y de los faraones en Egipto; ahora ellos tenían que aprender a conducirse según otro gobierno. Y ese gobierno es el peso del arca, el peso de la gloria del Señor, de la Presencia, la Palabra y el testimonio del Señor. Las barras son para pesar sobre los hombros; las barras se colocan sobre los hombros. Cuando colocaron el arca sobre un carro de bueyes, era algo artificial, algo natural, no era algo que estaba pesando sobre los levitas. Cuando el arca estaba sobre los bueyes, no pesaba sobre los levitas. Pero Dios escogió que Su presencia sea llevada cuando pesa sobre el corazón, porque el arca sobre los hombros es prácticamente sobre el corazón; eso es lo que representa la carga de la Palabra del Señor, de la gloria del Señor, en el corazón. Sólo así es transportado el Señor. El transporte a través de los carros es algo artificial. Después vamos a explicar algo con respecto a esto. El Señor quiere que el arca vaya de primero, adelante. De Egipto el pueblo salió desordenado, y el Señor empezó a ordenar al pueblo, y empezó a ordenar cómo tenía el pueblo que marchar; y empezó a organizar el orden de la marcha y la preeminencia en la marcha. Lo primero que tenía que ir adelante, y estaba señalado por aquel manto de azul que cubría el arca. Porque los demás mobiliarios también eran cargados, pero todos tenían por fuera una clase de pieles. Pero en cambio el arca era cubierta de azul; es decir, la gloria visible, que es lo que representa. Ahí estaba el liderazgo de Dios; el gobierno del mundo era uno, pero el gobierno del Espíritu es otro. El Señor gobierna cuando pesa sobre su corazón. Como dice: 'La paz de Dios gobierne en vuestros corazones' (Col 3:15). El Señor gobierna en el corazón. En el capítulo 4 de Números se nos habla de lo que hay que hacer cuando se debe mudar el campamento. Lo primero que había que hacer era colocar el arca en su debido lugar. Al final del libro de Éxodo y también en el capítulo 9 de Números se nos dice que la nube se movía, y conforme la nube se movía, ellos se movían de acuerdo a ese orden que aparece en el capítulo 4. Lo primero era el arca; es decir, que la nube era la que dirigía el mover, y claro, el arca era la que se movía, porque la nube reposa sobre el arca. De manera que esto nos representa muchas cosas espirituales.

Los anillos aparecen en cuatro ángulos. (...) Eran cuatro los levitas que llevaban el arca, son cuatro los evangelistas que dan testimonio del Señor Jesús, no sólo uno. Porque si sólo Mateo hablara de Jesús, pues a Mateo le pesaría el arca, digamos a la mano derecha; pero otro levita está a la izquierda, y los otros dos también a la derecha e izquierda; eso nos muestra la coordinación que tiene que haber; eso nos muestra cómo el Señor tiene que ser portado corporativamente, cómo no es suficiente un solo levita para cargar el arca, cómo es necesario que el testimonio del Señor sea dado por Mateo, por Marcos, por Lucas y por Juan, como si se tratara de cuatro anillos para cargar el testimonio del Señor. Porque el Señor Jesús es el verdadero arca del testimonio; y por eso es que en la Biblia aparecen esos cuatro evangelios, como los cuatro soportes del testimonio del Señor. Son cuatro las esquinas, que muestran la universalidad del mover de Dios; esas barras que eran de madera, mostrando con ello que es el hombre el que tiene que portar al Señor; pero el hombre cubierto, tratado por la gloria del Señor. Cuando hemos sido cubiertos por el Señor, entonces le podemos cargar con el peso de Su gloria, honrarlo y santificar Su nombre.

La centralidad de Cristo
Los querubines eran guardianes defensores. Dios no necesita que otros lo cuiden; el Señor se sabe cuidar solo. Cuando Uza trató de ayudar, cayó muerto (1Cr 13:9-10); sin embargo, el Señor permite que aquellos querubines, que son guardianes, sean como defensores de la honra del Señor, y eso es lo que significa cargar con el peso, representar el sentir del Señor. A veces en juicio, a veces en revelación, a veces en paciencia, a veces en Su misericordia, a veces como una exhortación, a veces el Señor en manifestación de Su gracia, a veces como inspiración para una palabra, a veces como amonestación, a veces como combate. A veces el arca recibe las alabanzas. Bueno, todas esas cosas que suceden en torno al arca son muchas, de varias clases, pero el arca es lo que está en el lugar central, es lo que está en el Lugar Santísimo, en el centro. El arca representa la centralidad de Cristo; pero aquí estamos viendo no todos los aspectos del arca, sino específicamente lo relativo al porte del arca. Vamos a mirar en el primer libro de Crónicas, capítulo 13, el pasaje donde aprendemos las lecciones que el Señor nos conceda aprender. Porque todo eso está escrito para amonestarnos a nosotros, solamente que aquí está escrito de manera tipológica. Pero hoy nosotros tenemos esto de manera real.

'Entonces David tomó consejo con los capitanes de millares y de centenas, y con todos los jefes' (1 Cró. 13:1). Este pasaje está íntimamente relacionado con aquel. ¿Con quién tomó consejo David? Desde el verso uno comienza a revelarse dónde estuvo la raíz del problema, qué aconteció en un verso más adelante. No que esté mal tomar consejo; pero tener eso en primer lugar, eso es ya carnal. Todos podemos tomar consejo juntos del Señor, de Su Palabra, de Su testimonio, pero el acuerdo de nuestro consejo, independiente de su peso sobre nuestro corazón, eso puede convertirse en una democracia carnal. Pero, como mencionábamos la otra vez, nosotros no somos una democracia, sino una teocracia, y aquí comienza la raíz del problema. David tomó consejo, no el consejo en sí, sino que esa fue la base de la falla, ese fue el error.

'2Y dijo David a toda la asamblea de Israel: Si os parece bien y si es la voluntad de Yahveh nuestro Dios, enviaremos a todas partes por nuestros hermanos que han quedado en todas las tierras de Israel, y por los sacerdotes y levitas que están con ellos en sus ciudades y ejidos, para que se reúnan con nosotros; 3y traigamos el arca de nuestro Dios a nosotros, porque desde el tiempo de Saúl no hemos hecho caso de ella' (vv.2-3).

David dice: 'Si os parece bien'. Aquí aparece un concepto que se llama parecer de la asamblea, consejo de los ancianos. También dice: Y si es la voluntad de Yahveh; ese si demuestra que hay una vacilación, que no se estaba seguro. Había un propósito de tratar de reunir al pueblo de Israel en torno al arca de Dios. Dice que desde el tiempo de Saúl no habían hecho caso del arca. ¡Qué seria es esta frase! Tiempo en el ámbito del pueblo del Señor en que no se hace caso del arca. Y aquí comienza un buen intento. Esto se logró en el capítulo 16; pero el Espíritu nos quiso dar así, como a Ismael antes de Isaac, asimismo también antes del 16 darnos el 13.

'4Y dijo toda la asamblea que se hiciese así, porque la cosa parecía bien a todo el pueblo. 5Entonces David reunió a todo Israel, desde Sihor de Egipto hasta la entrada de Hamat, para que trajesen el arca de Dios de Quiriat-jearim' (vv.4-5).

Aquí vuelve a mencionar el parecer de la asamblea del pueblo. Ojalá el Señor nos conceda seguir despacio, muy despacio las estaciones del arca. Ahora por lo pronto estamos viendo lo relacionado con el transporte del arca.

'6Y subió David con todo Israel a Baala de Quiriat-jearim, que está en Judá, para pasar de allí el arca de Yahveh Dios, que mora entre los querubines, sobre la cual su nombre es invocado. 7Y llevaron el arca de Dios de la casa de Abinadab en un carro nuevo; y Uza y Ahío guiaban el carro' (vv.6-7).

Aquí aparece el nudo del problema; aquí es donde está lo que el Señor nos quiere enseñar. A los ojos de ellos, eso no parecía nada grave, pero cómo se sentiría el Señor, si era la nube la que debía guiar, y el pueblo debía seguir a la nube. El arca sigue la nube, y los levitas con el arca siguen la nube; es el peso del arca siguiendo la nube, pesando sobre los corazones de los levitas que el Señor escogió; ese es el transporte; así es que se transporta el testimonio de Dios. Pero ahora Dios estaba siendo estorbado, porque no fue en el sistema; y ahora Dios ya no podía pesar sobre los hombros de aquellos, porque ahora el carro llevaba el arca, en vez de el arca pesar sobre los corazones. Había algo mecánico que había tomado el lugar de la dirección de Dios; el carro ahora tomaba el lugar: Y dice que Uza y Ahío guiaban el carro; pero es la nube la que debería guiar el arca. Ahora aparece todo el pueblo, y Uza y Ahío llevando el arca en el carro, conforme al parecer de la asamblea; esto es muy significativo. El parecer de la asamblea tomó el lugar de la Palabra de Dios, y algo mecánico tomó el lugar del peso de la gloria del Señor, la Palabra del Señor, en el corazón de las personas que el Señor escogió.

¿Cómo llevamos a Cristo?
El Señor no quiere ser transportado a través de un sistema mecánico, ni quiere que esos sistemas mecánicos sean dirigidos por personas que tratan de ayudar a Dios, mientras que lo están estorbando. El Señor quiere pesar sobre los corazones de las personas que Él escogió. Él escogió a los levitas de entre todo el pueblo de Dios, la tribu sacerdotal. Y no todos los levitas, sino que eran Aarón y sus hijos los que tenían que preparar el arca para ser transportada. Después de estar terminada esa parte, sin avances precoces de lo que tiene que venir en segundo, tercero y cuarto lugar, tenían que venir los coatitas y recibir de Aarón y sus hijos el arca. Detrás venían los gersonitas, y más atrás venían los meraritas. Sí, había carros para los meraritas, porque ellos tenían que transportar las tablas; muchas tablas. Pero los coatitas, que era la clase de los levitas encargada de trasladar el arca conforme fuera puesta por los hijos de Aarón, eran los que Dios había escogido, y ellos no podían llevar el arca en carros; tenía que pesar. De aquí podemos aprender muchas lecciones. Sigamos la lectura para que el Espíritu Santo nos siga hablando.

8Y David y todo Israel se regocijaban delante de Dios con todas sus fuerzas, con cánticos, arpas, salterios, tamboriles, címbalos y trompetas'. Vemos que, a pesar de ir un sistema mecánico dirigiendo el arca, en vez de ser la nube y el arca dirigiendo al pueblo, el pueblo tenía emociones religiosas; ellos estaban experimentando emociones religiosas; estaban cantando. No podemos decir que eso no sea legítimo en ocasiones; pero en el pueblo de Dios a muchos les gusta cantar porque se sienten felices; no es tanto para adorar al Señor, sino para sentirse ellos mismos contentos. Y muchas cosas se están haciendo por fuera de la Palabra, desobedeciendo, ignorando el querer de Dios; y sin embargo, las personas están cantando, están en avivamiento; de modo que los sentimientos emocionales y religiosos tampoco son una suficiente base para guiar; ni el parecer de la asamblea, ni el sistema, ni la parábola, ni el artefacto mecánico, ni la inercia del asunto, y mucho menos las emociones. Aquí se tenía el parecer, se tenía un sistema práctico y se tenían las emociones. ¿Quién se iba a imaginar que aun podían estar contra la voluntad de Dios? Porque estaban tratando de sustituir el peso del arca sobre los hombros de las personas que el Señor encarga, para usar otra cosa. El Señor encarga Su peso a seres humanos, no a sistemas. Los sistemas, las personerías, los aparatos, no le glorifican. Le glorifican personas que cargan, como decían los profetas: carga de la Palabra de Yahveh; ese era el peso de Dios en sus hombros. No era algo mecánico, no era un sistema.

Cuántas veces el Señor es el que ha sido anulado para que el sistema siga conforme al uso del alma humana. Todo lo que sea artificial, todo lo que le quite al Señor el derecho de pesar sobre las personas que Él quiere, todo eso es un estorbo para el Señor. No importa que hayamos sido diligentes en ofrecernos; si no son los mismos que el Señor quiere, no tiene valor. No importa si a la asamblea le parece bien, si al Señor no le parece. Importa más el parecer de estos cuatro levitas que tienen la carga, que el parecer de toda la asamblea; porque la Cabeza es Cristo, no el concilio. Si el concilio sigue a la Cabeza, es legítimo; pero si el concilio se desvincula de la Cabeza, no tiene valor; o como está profetizado en la iglesia de Laodicea, el Señor está fuera de la iglesia, tocando y llamando afuera de la iglesia: 'He aquí yo estoy a la puerta y llamo'. Ya no podemos usar este versículo para los incrédulos, pues el Señor se lo dice a la iglesia. El Señor se siente que está afuera y está tratando de entrar, para tener una comunión más íntima con nosotros. Pero la iglesia está pensando ser lo que no es. Está diciendo: 'Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo' (Apo. 3:17).

En esta época de Laodicea, de los derechos humanos, la iglesia mantiene al Señor afuera; porque no se trata de democracia, ni de asamblea, ni de concilios o de partidos, sino de Cristo mismo. (...) Pero cuando el sistema sustituye lo de Dios, entonces es cosa de los hombres, ya no es cosa del reino de Dios. Ahora es la mecánica. ¿Cuántas veces se sustituye lo legítimamente espiritual por algo mecánico? En muchas áreas; puede ser en la alabanza; puede ser en el área de la administración de la Palabra o de los bienes de la Iglesia. Alguna vez decimos: Bueno, ¿por qué no organizamos un sistema para distribuir las ofrendas? Pero no atendemos el peso del arca. ¿Cómo es que el Señor nos dice que administremos lo que Él decidió en Su obra? A veces el Espíritu dice: esta parte vaya para tal, esta otra vaya para este asunto; pero el Señor de manera fresca debe tener siempre el gobierno. Nunca debe haber una contabilidad que gobierne en vez del Señor. En la administración de las cosas, siempre tenemos que ir juntos, pero el Señor nos dirige a convocarnos. No es el calendario litúrgico el que debe establecer la reunión, no; el calendario litúrgico se puede establecer siguiendo las directrices del Señor. Fue Dios el que estableció un ciclo de fiestas. Y si Él lo estableció, Él las puede guardar; pero )qué es lo que quiere el hombre? Necesitamos la dependencia directa de Dios en el trabajo corporativo.

El Señor y las instituciones humanas
La dependencia es directa; el peso de Su presencia, Su gloria, Su Palabra, Su testimonio en nuestro corazón; pero no sólo en el nuestro, sino en el de muchos compañeros, que juntamente con nosotros tienen la misma Palabra. Ese es el peso del sentir del Señor, cuando el Señor se está moviendo en la Iglesia, en los cuatro ángulos de la tierra. Se mueve para la izquierda, hacia adelante, para atrás. A veces hemos mencionado qué hacer si uno de los levitas resultaba siendo bajito, y el otro alto; o que uno caminara rápido y el otro despacio. De modo que el que era bajito tenía que aprender a estirarse, y el que era alto tenía que aprender a agacharse; el que caminaba rápido tenía que aprender a caminar despacio, y el que caminaba despacio tenía que aprender a apurarse para que se hallara coordinación; y ¿qué produce esa coordinación? El peso del Señor. El Señor quiere gobernar directamente sobre nuestros corazones, pero no en forma individual, sino en forma corporativa. Cuando nos reunimos, debemos dejar lugar al peso del Señor. Que el Señor ponga Su peso, que Él dirija. Si Él quiere alabanza, si Él quiere la administración de la Palabra, si Él permite algo que nos hemos propuesto; porque Él permite que propongamos, pero tiene que ser Dios en Su soberanía y en Su voluntad; tiene que ser lo que Él quiere. Él siempre tiende a poner la dirección fresca; Él siempre tiene que estar ahí en el centro. Ningún sistema, ninguna costumbre, ninguna forma humana le sirve. A veces puede parecer más práctico llevar el arca en un carro de bueyes; a veces se hacen cosas prácticas. Se dice: Bueno, ¿por qué no sacamos una personería, hacemos unas cláusulas, hacemos unos estatutos con esas cláusulas, y entonces decimos: las cosas van a ser así y así? En caso de eso, obramos así; de manera que ya no tendríamos necesidad de consultar al Señor, de entenderlo. Entonces ahora, en vez de ser personas establecidas y comisionadas por Dios, es una institución la que toma el lugar de las personas.

Pero el Señor no trabaja con instituciones; Él trabaja con personas humanas convertidas; no instituciones que sustituyen lo de Dios, con cláusulas. Dios ni siquiera usa la ley, sino Su Espíritu. Él tiene que reinar: Él tiene que ser transportado. Cuando estamos alabando al Señor, es el Espíritu el que tiene que decir si se canta, si hay profecía, si se habla en lenguas. No importa qué cantos son los que se deben cantar; nosotros debemos cantar detrás del Espíritu, y el Espíritu de Dios se mueve, se manifiesta como Él quiere, manifiesta Su poder. Cantamos en la reunión, y de pronto se movió allá acompañándonos. Lo importante es que Él realmente reine en nuestros corazones, y nosotros también lo contengamos, lo dejemos reinar, lo llevemos a Él.

Dice el libro de Crónicas que había dos puntas de las barras; y cuando se colocó el arca en el templo, ya no en el tabernáculo, sino en el templo, esas dos puntas salían hacia el Lugar Santo; es decir, que estando en el Lugar Santo, se tenía señal del arca, de la presencia del arca y del sentido del arca; porque las dos puntas de las barras salían del Lugar Santísimo hacia el Lugar Santo. Y eso es muy interesante, porque sabemos lo que significan esas barras. Es el mover del Señor, el mover de Dios. Pero el mover de Dios, que es en el Lugar Santísimo, da sus señales al Lugar Santo; digamos, del espíritu al alma. Por ejemplo, a veces el Espíritu se mueve en nuestro espíritu, y se mueve de tal manera que no sabemos lo que es, no sabemos qué es lo que quiere. Como dice la Palabra, que el que ora en lengua extraña, está gimiendo, entonces pida en oración poder interpretar. Entonces el Señor también alumbra los ojos del entendimiento en aquella dirección, por aquel mover de Dios en el Lugar Santísimo y se comunica al Lugar Santo, o sea del espíritu a nuestra alma, del mover de la intuición a la interpretación de nuestro pensamiento. 'Oraré con el espíritu, pero oraré también con el entendimiento' (1 Corintios 14:15). Por eso las puntas de las barras, aunque estaban en el Lugar Santísimo, aparecían en el Lugar Santo, mostrando que el mover del Señor en nuestro espíritu debe mostrar la voluntad del Señor a nuestra alma renovada para así pensar con la mente del Espíritu, sentir con el mismo sentir de Cristo, y querer con el corazón del Señor.

Entonces ahí sí se puede decir que realmente hay un pacto, que hay una alianza y que el Señor va guiándonos, y nos encontramos dondequiera que vamos. Es cuando realmente la paz de Dios gobierna en nuestros corazones, y la visión de Dios es eterna y verdadera. Satanás piensa sustituir esto de la manera más sutil; y esto es algo de lo cual siempre debemos estar pendientes. El querer del Señor es con Su Espíritu, que es Su gobierno en nosotros, y que sea el peso de Él en la continuación de la vida corporativa de la Iglesia; que sea por Su Espíritu que Él se quiera mover. Todo esto puede ser extraño para el hombre, y siempre Satanás nos pedirá que hagamos un sistema que, claro, es mucho más práctico; que hagamos esto así, a nuestra manera; es decir, si ya hemos decidido de antemano lo que se debe hacer, entonces el Señor mismo no tiene parte. Esa es la manera en que Satanás hace que nosotros, sin darnos cuenta, echemos al Señor Jesús. Pero, ¿qué pasa cuando el arca es llevada por carros, aunque sean nuestros? Tropiezan; y cuando viene el tropiezo, entonces hay la tendencia de querer manipular el arca, pero Él no debe dejar de gobernar: “9Pero cuando llegaron a la era de Quidón, Uza extendió su mano al arca para sostenerla, porque los bueyes tropezaban.Y el furor de Yhaveh se encendió contra Uza, y lo hirió, porque había extendido su mano al arca; y murió allí delante de Dios” (1Cr 13:9-10). 

Nada debe sustituir al Señor mismo; en eso seamos siempre vigilantes, y que sea esto la lección que saquemos de estos versículos, con todas sus implicaciones. 'Fundirás cuatro anillos a los lados del arca'. Eso está fundido, eso está pegado, y nunca se sacarán las barras; siempre hay que estar atentos, siempre hay que estar listos, no se puede tener vacaciones. Por eso esas barras tienen que estar siempre ahí. A veces decimos: Bueno, por hoy voy a descansar; no, no. Esos anillos tienen que estar fundidos, formando parte del arca. El arca se mueve, y las barras de madera revestidas de oro, siempre tienen que estar ahí. Nunca debe estar el arca descuidada, como en el tiempo de Saúl; siempre tiene que estar pronta para moverse a la primera señal. Siempre tiene que estar todo listo; eso nos muestra cómo debemos estar siempre atentos a la guianza del Señor.

Siempre debemos estar listos para que el Señor pueda pesar, pueda poner en nuestro corazón un encargo, cualquiera que sea el encargo; y en comunión con cualquier persona que sea la que Él escoja. No seamos nosotros los que saquemos ni el tiempo, ni la manera, ni las personas. Las personas las escoge Dios como Él quiere, cuando Él quiere; la manera y la hora las establece Dios. Solamente debemos estar siempre dispuestos, sin demorarnos, para seguir el mover de Dios, junto con aquellos otros a quienes el Señor en Su soberana gracia gobierne; sus escogidos. Nunca sacarla; siempre debemos estar todos listos para movernos en cualquier instante que el Señor se levante. Que el Señor nos ayude. Amén.

(Extracto de “La Casa y el Sacerdocio”, cap. IX: “Los anillos y las varas del Arca del Pacto”, de Gino Ianfrancesco, Ediciones Cristianía).

Comentarios

Entradas populares